Cuando mi abuelo paterno volvió de la guerra, la cárcel y el campo de concentración como jornalero rojo, se encontró que las tierras que cultivaba de forma comunitaria fueron expropiadas por los terratenientes, los «señoritos», como decía él. Sin tierra, no tuvo otro camino que emigrar a Catalunya. Aquí empieza mi historia. Los «señoritos» desde entonces tienen esas mismas tierras.
I
El 13 de diciembre de 1956 parte de mi familia emigró a Barcelona. Venían de una de las zonas más pobres del Altiplano de Granada, sólo con lo que cabía en una caja de cartón de cuadros en un largo viaje en El Sevillano. Mi familia se instaló en una ciudad-dormitorio cercana a Barcelona en la que trascurrió mi infancia y mi juventud como charnega.
Durante toda mi infancia, los viajes a la tierra de mi padre en las vacaciones escolares han marcado parte de mi memoria. Recuerdo aquello como un sueño o más bien una masa ininteligible de imágenes. Quizás fueron los años en los que la realidad se ha parecido más a los sueños. El SEAT Supermiriafiori, el “We are the World” en la radio, las discusiones de los adultos sobre el paro, mis libros de David el Gnomo, la CEE, la Bruja Avería, los payasos de la tele… forman un todo indivisible y confuso en mi cabeza. No sé quién era payaso y quién era niño en aquella extraña alucinación.
II
En este proyecto, a partir de volver a visitar el pueblo de mi padre, busco encontrar pruebas fotográficas de que mi infancia existió. A partir de una práctica documental experimental, utilizo imágenes originales del álbum familiar, así como documentos de archivo y fotografías que he tomado en mis viajes al pueblo para trabajar piezas autobiográficas que cosen narrativas a partir de fragmentos.
A veces, las fotografías tradicionales pueden dar la ilusión de totalidad y de cohesión. Me miro en ellas y me veo detenida en un espacio temporal determinado. Mediante el uso de fragmentos intento crear un trabajo que contiene múltiples pasados en el presente. Estas piezas hacen hincapié tanto en el estado fracturado de la memoria, como en la naturaleza de las capas narrativas autobiográficas.
III
Trabajo en la tradición de la arqueóloga y la archivera, que muestra, así como reorganiza, los materiales existentes en una serie de dípticos para producir una narrativa no lineal que baila entre los recuerdos vívidos y vagos.
Estas imágenes funcionan como enlaces contextuales a las historias personales y sociales que hacen alusión a toda una generación que tuvo que emigrar de su tierra por causas políticas y económicas y a otra generación, la mía, que vivimos alejados de las mitificadas “raíces” de nuestros padres, en una especie de “limbo” que nos daba nuestra condición de charnegas. Mi trabajo intenta crear un espacio familiar e íntimo donde navegar entre lo concreto y lo efímero. A través de esta exploración y la refotografía, el espectador también se convierte en un arqueólogo del pasado de mi familia.
IV
Viaje a la tierra de mi padrees una pieza de una obra más amplia que aborda el tema de la construcción de la memoria y los mecanismos de producción de la historia. A través del relato de la historia de mi familia, indago en el recuerdo de la reciente emigración dentro del estado español en los años 60, a partir de la experiencia personal frente a la idea de historia y memoria oficial, restringida a lo institucional y articulada entorno a la estetización y desarticulación de los sujetos políticos.